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El peligro de la influencia de China y Rusia en América Latina


Ante el escenario mundial de conflicto y tensión, América Latina debe buscar oportunidades de inversión y desarrollo que respeten su soberanía y sus valores democráticos.


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Foto. Xi Jinping y Vladímir Putin.


Con Rusia completamente desbaratada por el conflicto con Ucrania, y el nada agradable caso del belicismo en chino, se acentúan los principales tópicos de un complejo panorama mundial donde la incertidumbre se apodera de la norma. Sin embargo, también puede ser una puerta a nuevas oportunidades para América Latina, siempre y cuando pueda mantenerse alejada de los países del dragón y oso.


El nuevo esquema global que plantea peligroso hiper nacionalismo bélico de China y Rusia invita a los inversores europeos a repensar cuotas de inversión en lugares más seguros y estables, fondos que en mercados emergentes puede implicar una bocanada de aire fresco capaz de fortalecer las industrias y generar nuevas fuentes de trabajo genuinas, enfocadas en la producción.


Al mismo tiempo, esta inversión extranjera podría ayudar a reducir el uso de la emisión monetaria como mecanismo de financiación (cuestión especialmente importante en Argentina), sin embargo, para poder recibir esa cuota de inversión en moneda extranjera es necesario un cambio fundamental, estratégico y urgente.


Para el caso argentino se requiere retomar el rumbo del respeto a la división de poderes, un plan de políticas económicas de largo plazo que reduzcan la posibilidad de retractaciones a media marcha, y sobre todo brindar garantías legislativas tendientes a reducir la presión tributaria, en conjunto con el compromiso de respeto a la libertad y la propiedad privada.


Cuestiones básicas de gestión económica-política que hoy parecen truncadas por un grave problema en materia de corrupción, incluso expuesto en el “Índice de Percepción de la Corrupción (CPI)” elaborado por Transparencia Internacional, que alarman sobre a la poca confiabilidad de Argentina como país para inversiones, y contribuye a mantener una eterna crisis económica, a pesar de ser un país estratégico y rico en recursos.


Esta encrucijada de crisis económica y la falta de confiabilidad estatal puede invitar a pensar en China y Rusia como socios comerciales, argumento propio de una maquiavélica propaganda que poco a poco está llegando a occidente, pero la realidad muestra que esta opción esconde un grave peligro para el núcleo de la democracia, el respeto a la libertad y los derechos humanos.


Solo basta con analizar la situación sumisa de Bielorrusia, el reciente pedido de captura de Vladimir Putin por crímenes de guerra o las múltiples agresiones de China a Taiwán para darnos cuenta de una realidad que la propaganda ya no puede ocultar.


En conclusión, el nuevo cambio de escenario internacional plantea una importante oportunidad en materia de inversiones, pero al mismo tiempo requiere demostrar estar a la altura.

Nota por: Nelson Damián Cabral, Escritor, Periodista ciudadano, Asesor en comunicación Política.

 
 
 

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